Una escuela convirtió una silla de ruedas común en un artefacto robótico
“Silla Solidar” es un kit que transforma una silla de ruedas común en una con asistencia robótica, no solo para la movilidad, sino también para la comunicación y por menos del 10 por ciento de su valor de mercado.
Estudiantes de la Escuela de enseñanza técnica 1 de Bragado crearon un kit de conversión para transformar una silla de ruedas convencional a una con asistencia robótica no solo para la movilidad sino también para la comunicación, por menos del 10 por ciento de su valor. E incluye una red de financiación y asesoramiento a todas las escuelas técnicas interesadas “Lo que nos impulsa más que nada es saber que este proyecto le mejorará la vida a 10 mil personas. Que los chicos aprendan eso es tan importante como que aprendan robótica.” Con esas palabras el profesor Jorge Velasco sintetiza el espíritu del trabajo. Lo acompañan sus estudiantes Mateo Erro y Jeremias Pagano y el asesor científico, Juan Pablo Marquez.
”Le pusimos muchas horas a la silla, a veces algún profesor se enojó y es entendible, pero a medida que te acercás al objetivo sentís una emoción que no podés parar”, reconoce Marquez. El proyecto “Silla Solidar” se basa en un kit de conversión que transforma a una silla de ruedas manual, a una inteligente. La parte Smart consiste en sensores ultrasónicos que detecta las paredes y permite que el usuario no se choque.
La silla inteligente de bajo costo, se calcula que es menos de un 10% de una silla motorizada convencional, está orientada para disminuidos motrices y/o con problemas de habla. Consta de dos partes. Una del soporte mecánico, electrónico y estructural que integra el kit que se adapta a cada silla y usuario, y otra un software anexo que controla el sistema operativo con solo el movimiento de la cabeza y la posibilidad de comunicación para disminuidos en el habla. Pero además tiene control anti risco, que si se encuentra con un escalón vuelve para atrás, un giroscopio que en caso que la silla se incline, comienza a sonar una chicharra para que vuelva a la posición inicial. Y si sufre un accidente tiene un chip que le mandaría un mensaje a cualquier familiar o la persona más cercana.
Velasco destaca como “muy importante” aclarar que “cualquier función puede ser desactivada, por aplicación o vía mensajes de texto. La silla es totalmente autónoma, no depende del celular del usuario”. La silla no solo mejora considerablemente el desplazamiento, sino la comunicación. Tanto con un sistema de texto como de pictogramas ,que permitirá al usuario que lo necesite expresar sus necesidades como actividades, comer, higienizarse y demás. Mateo define al pictograma como una “imagen de fácil comprensión”, que es “adaptable y configurable en cada usuario”. En cada imagen que funciona como un icono el usuario con solo un movimiento de cabeza conectar la idea precisa con las personas adecuadas.
Los cuatro son parte del club de ciencias de la escuela llamado Leonardo da Vinci, donde año a año aparecen proyectos interesantes que suelen representar a la escuela en las diferentes ferias de ciencias, pero este año una visita a otra institución educativa cambió el destino. “El proyecto surge a partir de una reunión con la directora de la escuela de Educación Especial 502 de Bragado”, dice Mateo, a lo que Jeremías grega: “Fue parte de una salida educativa donde conocimos a los chicos y sus necesidades”.
“Cuando nos reunimos con la comunidad educativa de la escuela especial 502, nos ayudaron a pensar qué sería lo más útil para sus alumnos. Hicimos un par de retroalimentaciones que nos permitió mejorar la aplicación y ver los pasos a seguir”, agrega el asesor científico. Para Jorge una vez que “se conecta la idea con las personas adecuadas”, el aprendizaje se da “de forma mucho más clara”. Y ejemplifica: “Hay cosas que nosotros no habíamos pensado como los movimientos involuntarios, y hablando con los chicos nos dimos cuenta que teníamos que ajustar cosas. Pensar en una doble confirmación de las acciones sería una forma de mejorar ese punto”
“Le mostramos el proyecto medio crudo y ellos nos dijeron: “Está bueno pero le faltaría esto y esto, porque nosotros tenemos chicos con estas necesidades. Y eso nos ayudó un montón a crecer”, agrega Juan Pablo.